abril 26, 2010

Welcome to Tijuana!



Estoy a un día de regresar a mi ciudad, a la coqueta y vivida Tijuana. Si Tijuana fuera un ser humano, sería una puta. Una puta galante, que ha presenciado los estragos de la clandestinidad, así como de la presuntuosidad que implica compartir con un burgués gordo y millonario, Estados Unidos. La mujer de la vida que esconde bellos secretos, una ventana al mar y cicatrices de la violencia que su adjudicada "naturaleza" del oficio que ejerce le ha traído como consecuencia.
Tijuana es una víctima.
¿Cómo ha de ser natural algo que adoptó sin quererse, casi por necesidad, por algo que los malos tiempos que vivimos la han orillado a convertirse? Sus cicatrices son el recuerdo de aquello que debemos luchar por erradicar. Ni los narcos, ni los secuestradores, ni los corruptos, ni los asaltantes, nada, en fin.
Muchos llegan con una mentalidad de "estar de paso" y, por lo mismo, se ahorran el aprecio y el cuidado que deberían de darle si fueran residentes responsables. El problema se agrava cuando esta gente que venía de paso termina quedándose a vivir con esa mujer que creían que no volverían a ver en mucho tiempo y siguen con la puta mentalidad de "por mientras", llenándola de mugre, descuido y tristeza, contaminando cada rincón de su cuerpo y esencia. Nos contaminan a todos, a aquellos que somos ajenos a ese raciocinio enfermizo e ignorante, que crecieron en Tijuana, que vieron en ella un lugar fructuoso donde desarrollarse, que crearon historias y memorias entre sus calles, que guardan la esperanza de verla resurgir entre su desorganización, crímenes y asesinatos.
Fugaz pasado, conflictivo presente. Su porvenir sale de nuestras manos. Para los que nos consideramos tijuanenses, hijos de esta ciudad, entregarnos a su reformación y mantenimiento con el mismo cariño en que guardamos los recuerdos que nos regaló es lo mejor que podemos hacer y, todavía mejor, el compartir ese sentimiento; así, lograremos adentrarnos en la búsqueda de arrinconar a la gente que no comparte ese sentir, convertirla en minoría, erradicarla, ganarle a la indiferencia.
Tijuana me recuerdo a una mujer vivida que tras de su apariencia fuerte y recia, esconde tristeza, dolor, nostalgia y ansias esperanzadas de obtener una vida digna de la bella, pura y poderosa mujer que realmente desea y merece ser, que esconde por temor a verse cómo débil y vulnerable.
Mejor sonríe, mi bella Tijuana, aunque sea "por mientras", que los malos ratos se pasan más fácil con una sonrisa en la cara. Un futuro tan positivo como incierto nos espera.

"Welcome to Tijuana 
Tequila, sexo, marihuana
Welcome to Tijuana
Con el coyote no hay aduana".
                                           (Manu Chao)